Todavía horrorizados por la masacre de Nador, junto a la frontera española y de la Unión Europea en Melilla, es complejo hacer un análisis obviando el dolor que provocan estas muertes. Cuando escribo estas líneas aún no hay una cifra oficial de fallecidos, pero se acercan más a los 37 que anuncian las organizaciones en defensa de los derechos humanos que a los 23 que reconoce el gobierno de Marruecos.