El profesor Esteban Hernández conversa sobre la política y la economía que afecta a la genética vegetal con la novela “La chica mecánica” como excusa

Cuando Paolo Bacigalupi imaginó el inquietante universo de su novela “La chica mecánica” en 2009 olvidó subrayar la acción transformadora que los movimientos migratorios introducen en la biodiversidad agrícola al desplazarse con sus propias semillas y su propia cultura alimentaria. En la novela, los desplazados son seres marginales dominados por el miedo y controlados por gobiernos y funcionarios corruptos. Ésa fue la única pega que Esteban Hernández, catedrático del Departamento de Ciencias y Recursos Agrícolas y Forestales de la Universidad de Córdoba y director Banco de Germoplasma Vegetal de Andalucía, puso al mundo creado por Bacigalupi. El resto, dijo, es incluso menos apasionante que la realidad. No hay cienciaficción en el control que las grandes multinacionales ejercen sobre la agricultura mundial, como tampoco lo hay en el empeño de los gobiernos y la cooperación internacional por conservar sus recursos genéticos vegetales.

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